Todos los adolescentes corren riesgos que pueden orientarlos a desarrollar adicciones: a las drogas, al alcohol, a la comida, a personas no positivas entre otras.
Para evitar que desarrollen adicciones, debemos considerar y atender a tres circunstancias presentes en ellos:
- Las llamadas vivencias de vacío que se refieren al hecho de que las chicas y los chicos atraviesan necesariamente por momentos en los que se siente vacío, solo, sin nada que le motive y teme esa sensación desagradable que persistirá si no tiene la ayuda necesaria. En un chico inadaptado, estas vivencias serán más intensas que en un chico con habilidades sociales desarrolladas. Debemos entonces acompañarlo, hacerle sentir que él es importante y ayudarlo a que descubra nuevas y mejores motivaciones.
- La búsqueda de riesgos. Durante la adolescencia existe la proclividad natural de encarar nuevos desafíos, emociones y riesgos. Las investigaciones reportan que “existen ciertos chicos que tienen mayor necesidad de experimentar sensaciones corporales intensas, que ocasionen respuestas emocionales más fuertes. Mientras más propenso sea el adolescente a emociones intensas, mayor nivel de riesgo tendrá con respecto a las adicciones. Establecer controles será muy importante: por ej; no darle dinero de más, al darle permiso para salir, revisar en su ausencia su cuarto y pertenencias si es que tenemos sospechas, asegurarnos a dónde va y lo más importante: hacerle ver que todo lo que haga mal lo tendrá que enfrentar solo, que será de su responsabilidad y que no contará con nuestra ayuda.
- La presión social. Los adolescentes buscan alternativas de relación para experimentar y luchar contra su propia dependencia de los padres. En consecuencia pasa a depender en mayor grado de su grupo de amigos y se torna más influenciable de sus opiniones, costumbres y hábitos, incluidos los modernos medios de comunicación. Cuando el grupo familiar no facilita la paulatina independencia del jóven y, por el contrario, la cerca y dificulta, la presión del grupo de pares se agudiza. Debemos ayudarle a que camine solo, desarrollando su criterio y dándole cada vez más libertad, reforzando el concepto de responsabilidad personal, pues no podemos estar junto a ellos cada vez que toman una decisión.
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